Fluía el año 1971. Fue en la vivienda en Bélmez de la Moraleda (Jaén, España) en el domicilio de calle Real, número 5, cuando sucedió un extraño suceso que fue considerado el hecho paranormal más importante del siglo XX.
Las caras de Bélmez, rostros manifestados como una pigmentación, fueron los protagonistas del misterio.
En noviembre de ese mismo año surgió la primera noticia. No obstante, en agosto, María Gómez Cámara, vecina de Bélmez, fue quien advirtió una gran mancha con forma de rostro humano en el cemento de la cocina. Avisó a las vecinas, y cinco días más tarde, el albañil Sebastián Fuentes León echó yeso sobre nuestro primer protagonista desconocido. Sin embargo, días más tarde volvió a presentarse. Se trataba de un varón de ojos y boca abiertos, provisto de oscuros trazos que parecían bigotes.
Además, más tarde aparecieron nuevos acompañantes del rostro en el suelo de la cocina y el pasillo de la casa. Éstos aparecían y desaparecían, y su vez se desplazaban o transformaban en otros personajes; un movimiento que parece haberse mantenido hasta el día de hoy, como si tuvieran vida propia.
Varios peródicos mostraban la sorpresa que les causó dicho fenómeno, mientras otros en cambio lo catalogaron como fraude.
De esta forma, llamó la atención a varios parapsicólogos de distintas partes del mundo.
A los seis meses, el periódico Ideal publicó análisis en los que demostraban que las caras fueron pintadas con nitrato y cloruro de plata, materiales que permitían la reaparición de los rostros al poco tiempo.
Otro análisis fue llevado a cabo por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en el cual no se hallaron dichas sustancias. Además, desconocía el proceso de la recolección de muestras y advirtió que fueron entregadas en un sobre de azúcar en cualquier cafetería.
A partir de 1972, cuando se pintó el suceso como fraude, hizo perder interés. No obstante, tras la muerte de María Gómez en 2004, Pedro Amorós, (presidente de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas) investigó si habría nuevos rostros, cuales consideraba manifestaciones de ectoplasma. Surgieron nuevos retratos, de apariencia más dejada, acusados por el Ayuntamiento como excusa de explotación turística.
Los escépticos sostuvieron que las nuevas caras eran artificiales, y a su vez coincidían con que su descubrimiento se realizara después de que Francisco Máñez le enseñara a Pedro Amorós como realzar manchas en el cemento para que parecieran las protagonistas de la historia.
Máñez pretendió explicar a Amorós que los rostros humanos no eran más que una identificación como pareidola (capacidad de ver formas en cualquier cosa). Amorós lanzó una noticia del descubrimiento de las nuevas caras tras someter al suelo con un tratamiento que el SEIP describe de la misma forma que el de Máñez. Máñez explicó el 25 de septiembre de 2004 que:
«Pedro Amorós mojó el suelo con una fregona y esperamos que se secara. Como era de esperar aparecieron manchas que recordaban a rostros. Tomé un pincel y humedecí las zonas que yo veía como parte de rostros para que los demás pudieran ver las caras. Incluso una de nuestras acompañantes llevó a cabo una prueba mojando las manchas que le parecían parte de una cara. Pese a que fue una demostración rápida y sencilla, quedó claro cómo crear 'caras de Bélmez' de forma artificial.»El ayuntamiento de Bélmez desconfía que el suceso sea paranormal.Y, Máñez, junto con el redactor de El Mundo Javier Cavanilles publicaron el libro Las dos caras de Bélmez donde acusan al suceso de fraude desde el primer momento.
Surgen así dos bandos opuestos donde se defiende el hecho como auténtico caso paranormal, y los científicos que aseguran que las caras fueron pintadas. Se llegó a atribuir, que los rostros de Bélmez se relacionaban con los restos humanos enterrados bajo el suelo de la cocina, pertenecientes a la época medieval árabe. Los no creyentes del suceso han podido verificar al menos, que una de las caras, La Pava, fue pintada y hoy en día está desapareciendo...
Fuente: Wikipedia
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